Supuestamente, en principio, por lo regular, casi siempre, después de vacaciones uno debería regresar a las labores llenos de energía, de buen ánimo, de optimismo, con buena vibra, etc. Pero esta vez (y otras) regreso al trabajo como si me hubiese atropellado un camión materialista (un camión de la basura, pues) y no hubiese anotado yo ni las placas.
Me siento con el cuerpo todo desgüansado, todo jodido,con ganas de dormir o de acostarme unos dos días.
Eso me hace pensar una de tres cosas:
1.- Me va a dar gripe. Y todo por tomarme las chelas bien helodias. Y es una chinga tener gripe, en una de esas es el virus de la influenza AH1N1, y puedo colgar los tenis.
2.- Agarré un virus perruno o gatuno, pues el fin de semana tuve que llevar a mi perro a un hospital veterinario para que le hicieran análisis. Y he ahí al pendejo del pexipato acariciando a todos los perros y gatos que se le ponían enfrente, siempre y cuando no mordieran, pero sin considerar que si estaban en un hospital era porque estaban enfermos. Y luego para que mi perro no estuviese tan estresado por la visita, casi casi le daba yo de besos en la trompa. ¿Lavarme las manos? naaaa, ni había dónde.
3.- En el trabajo debe haber un virus denominado Webas webatum, que cada vez que regreso lo contraigo y me dura hasta las próximas vacas o días feriados.
4.- La verdad, no sé qué carajos me pasa, o contraje, o es cosa mental, o necesito vacas otra vez.
En todo caso me siento de la chingada y no ayuda que faltan muchos días para que paguen la quincena y me sienta yo bien por lo menos unas tres horas (hasta que empiezo a pagar deudas y tarjetas de crédito).
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