Fate

Tengo mieo. Me invitaron a una junta de la compañía. Tiene rato que no voy a una. Mis temores se basan básicamente en tres asunciones: 1.- miedo de quedarme dormido a la mitad de la junta y que se den cuenta los colegas, 2.- miedo de echarme un pedo, últimamente ando pedorrísimo, 3.- miedo de que alguien pregunte: "¿y exactamente cuál es su función dentro de la compañía?", esboze yo una sonrisa babosa y diga algo así como "¿nadar de a muertito?".

Fate, Destino, Sino, Suerte. Alea jacta est.

Leí un comentario de un chavo u hombre maduro en un blog o en un foro, no recuerdo a ciencia cierta en donde, en el sentido de que el destino es el pretexto de los débiles, o algo parecido.

Inmediatamente pensé: "ahhh, que recabrón, me salió más chingón que bonito" (así dicen en mi pueblo).

El comentario iba en el sentido de que uno se labra o se forja su propio destino, y de que si uno no logra las cosas u objetivos es por webón, inepto o incapaz.

Y me quedé pensando: "¿y los niños de Hermosillo, eligieron ese destino? ¿pudieron haber hecho algo para cambiarlo?"

"¿y los 12 jóvenes en España?" bueno, en este caso, por duro que suene, ellos eligieron atravesar por las vías en vez de hacerlo por un paso subterráneo (al menos eso dice la nota periodística).

"¿y los locos?" locos e ignorantes. Mira que confundir los pulmones con el corazón.

Bueno, tal vez lo que el blogger o forista quiso decir (al estilo de Don Burrén Aguilar) es que la afirmación solo aplica para los muchachos y muchachas entre 21 y 40 años. Los que estamos fuera de ese rango (pues sí, estoy chavo ¿y qué?) estamos más allá del Bien y del Mal.