lundi, janvier 10, 2011

Suplicios

Tengo unos deseos enormes de tomarme un café, americano o capuchino. Pero en mi situación actual, es un poco suicida. Por mi estado emocional, me pongo como maraquero de la Sonora Dinamita en el mejor de los casos, y en el peor no logro pegar las pestañas en buena parte de la noche.

El otro día me tomé un café moccachino en la noche antes de acostarme y eran las dos o tres de la madrugada y yo vueltas y vueltas en la cama. Ustedes dirán: aprovéchalo y ponte a ver películas, lee un libro, súbete al guayabo (a esas horas lo único que recibiría de la pexipata sería una mentada de madre), ve el canal judicial o mejor aún el del congreso, o jálale el cuello al ganso en la madrugada. Podría ser una solución (la primera y la última), solo que al otro día me sentiría como si me hubiese atropellado un camión materialista y en el trabajo me la pasaría durmiendo y bostezando.

Ahora resiento al 1% lo que deben de sentir los consumidores de drogas que no pueden o (ya) no quieren drogarse.

Otro suplicio es que próximamente (y seguramente) me cambiarán a un espacio laboral de un metro cuadrado, rodeado de otros changos en mi misma situación (léase: pasaré de un nicho de confort a un nicho de jodidez). Acostumbrado en mi oficina (desde donde veía el pasto crecer) a echarme de vez en siempre (es decir, diariamente como a las doce del día, a las dos de la tarde y toda la tarde después de comer) unos cuantos pedos (léase flatulencias), imagínense ahora el tener que aguantarme (con el riesgo de reventarme una tripa) o sufrir el escarnio público de mis compañeros de desgracia. Podría traer una tortuga al trabajo y echarle la culpa a ella: "jajaja, miren a la tortuga, pinche tortuga pedorra" pero ¿quién en su sano juicio creería que es ella la culpable del olor a anhídrido sulfúrico?".

Tal vez tenga que dejar de bloggear. No faltará un chismoso que me acuse con los jefes: "miren al pexipato, se la pasa bloggeando (o chateando o rascándose un huevo o viéndole las nalgas a las nenas que pasan)".

El último suplicio me abstendré de contárselos. Por salud mental. Los amigos tal vez podrían darme una palmadita en la espalda y decirme: "no es tan grave, podrías estar muerto o ser un inmigrante centroamericano tratando de cruzar las dos fronteras en busca del sueño americano, o que el tribilín de plano ya no te funcionara ni con tres pastillas de viagra". Los enemigos y detractores, en cambio, sus carcajadas se escucharían de aquí a la Tierra del Fuego o al Desierto de Atacama.

Jajajajajaja.

Quod dixi dixi

5 commentaires:

jess a dit…

Lo de la tortuga no tuvo madre!!
Jajajajajajajaja!!

Al mal tiempo, buena cara. ;)

Besos virtuales!!!!!!
Muuuuuaaaaacccccckkkkkkkkk!!

NTQVCA a dit…

Ay! yo se que lo que escribes es muy triste, pero lo haces de una manera que no puedo dejar de reirme, y eso que no soy enemiga ni detractora. Ya encontrarás las manera de salir bien librado de todo esto.

Angeek a dit…

Después de leer lo que escribes ya no se si dejarte un abrazo o darte una palmadita...
Con todo, que sea un buen año para ti.

Workaholica a dit…

Ni te quejes Pescado....

Que yo después de añosssssssss de trabajar sola y mi alma.... ahora estoy en un galerón con 20 pelados/peladas, no puedo ni hablar por teléfono... mucho menos lo de las "flatus"....

Perdí mi privacidad, además de mi libertad, mi tiempo, mi comodidad, mi todo.... eso sí gané un salario mensual (pinche pero seguro)

¿Por qué? Ni me preguntes porque NPI...

tonymoca a dit…

Ya encontrarás la solución, dejar de pedorrearte puede ser, pero dejar ed bloggear, eso no tendría perdón.