Sueño de una noche (húmeda) de verano

O tal vez era invierno ¿who knows?

Lo que sucede es que me acordé del famoso chiste del duendecillo que se le aparece todas las noches a un señor, cuando este está durmiendo, y le pregunta si ya hizo pipí. Obvio que no lo había hecho.

Harto del chinche duende, consulta a un doctor quien le recomienda que cuando se duerma y le hagan la fatídica pregunta, responda que sí, que ya hizo pipí.

Así a la siguiente noche cuando le pregunta el puto duende si ya hizo pipí, responde que sí, que ya hizo.

Y el duende revira: ¿y popó?


Me encargan la tarea de organizar una fiesta en mi trabajo. Sabedores de mi carisma, mi entusiasmo por el baile, mi sonrisa siempre dispuesta, mi talento para contar los chistes más cómicos, mi capacidad innata para que nunca falte hielo y brandy para las cubas.

No pierdo ningún detalle. La fiesta se encuentra en todo su apogeo. La orquesta toca y toca, cumbias, salsa, merengue, pasos dobles, danzones, rock, quebradita, de tocho morocho. Todos y todas los y las colegas bailando.

De pronto, inevitable con tanto hielo en las cubas y las chelas bien helodias, la necesidad fisiológica se impone. Busco un baño. Recuerdo que en mi trabajo hay uno para hombres y otro para mujeres.

Me dirijo al de hombres. Abro la puerta de uno de los sanitarios. Puta madre, alguien dejó ahí nadando a Keiko, a Willy y a toda la parafernalia juntos. Contengo mi asco, son más mis ganas de miar.

Empiezo a miar. Ahhhhhhhhhh, que agradable sensación de liberar la vejiga. Al mismo tiempo siento un calorcillo sabroso en la entrepierna.

Simultáneamente, escucho gritos: ¡¡ Puerco, marrano, cerdo!!!

Pienso: ¿habrán agarrado a un chancho influenzioso?

Despierto sobresaltado. La pexipata fúrica.

Lo de la fiesta era un sueño bastante vívido. Lo de la miada era más real.

Más que estar sobre un colchón, parecía una cama de agua, je.

Tengo que dejar la maldita costumbre de tomarme una cerveza bien fría durante las noches antes de acostarme.