mardi, janvier 18, 2011

Miedos Cervales

Si hay algo que me define es que toda mi vida he tenido o sentido miedos cervales. Miedos irracionales. Temores de que sucediese algo que por lo general nunca ha sucedido.

De niño tuve una tía que nos contaba que por x circunstancias había perdido todos sus dientes cuando tenía 15 años y le habían puesto placas dentales, las cuales usó durante muchos largos años. Y yo me cagaba de miedo de perder mis dientes. Es cierto he perdido una parte de ellos, en otros tengo amalgamas de oro, diamante y platino (jajaja, pinches resinas corrientes y baratas), pero en general todavía puedo masticar los alimentos. Los que no, pues me los trago enteritos o los escupo. Y otros (alimentos) los aborrezco. Sobre todo aquellos que estás masticando y de repente te das cuenta horrorizado que no es un hueso de aceituna, o un hueso de res, sino que se te cayó un diente e insistes en masticarlo, jeje.

Después del sismo de 1985, siempre he tenido un miedo horrible a que ocurra otro de similar magnitud, y el problema no es que me muera, mi miedo estriba en perder todos los papeles que el puto gobierno y la sociedad te hacen acumular ( acta de nacimiento, credencial IFE, CURP, papeles del seguro, diplomas de las academias vázquez e instituto patrulla, papeles del seguro de auto, de la hipoteca, de tus estados bancarios, tus películas porno, tus fotos familiares, etc.) y que reponerlos es un pinche pedototote.

Si viviera yo en la costa, lo más seguro es que tendría yo miedo de que ocurriese un tsurimi, o si viviese en Morelia de que llegase un puto yucateco y gritara un 15 de septiembre: ¡¡Bomba!!!

Siempre he tenido miedo de perder el trabajo y lo curioso es que la mayor parte de las veces he sido yo quien ha renunciado a ellos. Es cierto, que en la práctica me he cambiado de Guatemala a Guatepior, pero fui yo quien la he cagado motu proprio.

Siempre he sentido terror de volverme asexual, pero cada vez que veo al pinche hamster, el tribilín se aloca y tengo que darle sus cachetadas y jalarle el pescuezo para que se aplaque el recabrón.

Siempre he tenido pavor de ser o sentirme o de que me consideren un pendejo. Y pues ahí sí, la edad no perdona, cada día estoy más pendejo. El quid del asunto es camuflajearte, blofear, tratar de no parecerlo. En el remoto caso de que se den cuenta que sí lo eres, pues no es tan grave. Después de todo hemos tenido últimamente a dos presidentes (por lo menos) supermegaarchirecontrapendejos además de ratas, y a 108 millones de mexicanos no nos ha importado. Alguien diría: "¿son acaso 108 millones de mexicanos unos pendejos?" Noooooo, como creen, la duda ofende.

Quod dixi dixi

1 commentaire:

jess a dit…

Yo siempre tengo miedo de los asaltos.
Sieeeempre.
Pero es un miedo ya que raya en la enfermedad.

Y también le tengo miedo a los fantasmas.

Y le tengo miedo a morir en un accidente automovilístico.

Y por sobre todas las cosas, le tengo pánico a que algo malo le pase a las personas que amo.

Soy una miedosa de lo pior.

Y mi mejor amiga me decía en la prepa: "Mi tío siempre me dice que en este mundo todos somos pendejos, pero el chiste es ser de los menos pendejos."
Jajajaja.
Nunca olvidé su sabio comentario.

Besos virtuales!
Muuuuuuaaaaaacccccckkkkkk!!!