samedi, août 17, 2013

Huevoneando

Como buen huevón que se respete, no suelo tender mi cama hasta que es absolutamente necesario e impostergable. Digo, ¿para qué tender una cama en la mañana si en la noche se va a destender?

Y así, por lo general paso como toda una semana sin levantar las cobijas, hasta que por causas sobrenaturales llega un momento en que las sábanas se desacomodan, el cobertor anda barriendo el piso y la colcha se encuentra toda enrollada. Y entonces sí, ni pex, tengo que tenderla. Esto no me toma más de 10 minutos, por eso no me compro un king size o una queen size, pues me llevaría como media hora tenderla, además de que ni entra en los dichosos pichonavit por su tamaño de las recámaras. Una vez tendida, me digo que si no me tomó tanto tiempo arreglar la cama, debería yo hacerlo diario. Por suerte, al otro día tan funestos pensamientos se esfuman como llegaron et tout recommence.

Lo mismo pasa con los platos, vasos, cubiertos, tazas, ollas y sartenes. Si por mí fuese, utilizaría desechables o hasta agotar toda la vajilla no los lavaría. Pero ahí entra la nefasta de la pexipata y me obliga a hacerlo varios días de la semana.

Ese afán de las mujeres (no todas, creo) por la limpieza evita que algunos hombres (no todos) caigamos en franca cochinez, cochinería o cochonnerie.

Recuerdo hace algunos ayeres cuando estudié en las Academias Vázquez y luego en el Instituto Patrulla, que llevaba yo mi ropa a lavar a una lavandería automática, de esas con máquinas a las cuales uno les introduce monedas; lavaba yo y luego las secaba en otra máquina las prendas. Pero luego venía la pregunta obligada ¿planchar o no planchar? Que se respondía con la respuesta obligada: Pos, no sé planchar (ropa). Y entonces pues las camisas las utilizaba sin planchar. Por suerte los jeans creo que no se planchan y la ropa interior menos. En verano sí sentía feo portar las camisas arrugadas, pero en invierno con sweters y chamarras encima, ni quien lo notara.

En suma, creo que siempre he sido huevón, ya lo dije: seguramente es un gen. En años venideros la genética lo(s) identificará y seremos reivindicados. No somos nosotros los huevones, la culpa es de nuestros genes.

Les recomiendo un post de Isela Muñoz (http://www.elpesonuestro.com/   17 de agosto 2013) en dónde habla de si queremos ser gerentes o jefes y sobre todo vivir una vida similar. Y creo que la respuesta es no. Queremos altos sueldos y beneficios o prestaciones, pero llevar la santa chinga diaria que llevan, creo que no es para todos. En todo caso, no para Mickey Mouse.


2 commentaires:

Jova a dit…

Un día fla me dijo que su camisa había quedado arrugada y yo le respondí pues hazlo tu. Santo remedio, todas las madrugadas o cuando da tiempo en la noche. Plancha sus camisas.Mi próxima meta es que lave su ropa. De modo que el gen puede ser combatido.

jess a dit…

Cuando salía con el chico que creo fue el amor de mi vida, nomás creo porque dudo que lo haya sido, siempre le planchaba sus camisas cuando él iba al trabajo.

Que se notara pues que estaba durmiendo conmigo.
Manías idiotas femeninas.


Besos virtuales!!!!!
Muuuuuuuaaaaaaaacccccckkkkkk!!!