"Tu Mamá es una Arrastrada"

Dicen que así le dijo la víbora a un gusano. Ya saben, el burro (en este caso, la burra) hablando de orejas.

Una de mis cuantiosas dudas existenciales se refiere a saber si hay algo peor que una vida de perro. De perro callejero. Porque de perro fifí, ya muchos quisiéramos una vida así, con esta pinche crisis encima.

El perro callejero se la pasa durmiendo en la calle, y no tanto porque tenga sueño, sino porque está desnutrido, mal alimentado y ya saben que el cuerpo reacciona así. Cuando puede y alguna perra jariosa o cachonda anda cerca se da el lujo de echarse un palestino. Cuando puede come. Y cuando le va bien alguien lo adopta o le aplica su eutanasia.

¿Hay algo peor que eso? Descubrí que sí.

Ayer. Y hoy lo confirmé.

Ayer llegando al trabajo, estaciono mi carro, y justo en un poste metálico descubro con pavor un gusano, de esos que dicen que si los tocas te da urticaria o se te cae el tribilín. Todo depende de con qué lo toques. Primera duda, el poste es vertical y el gusano está ahí pegado. ¿Con ventosas? ¿resistol? sepa la mauser. Por las dudas, me bajo con cuidado sin tocarlo ni aplastarlo. No porque sea yo ecologista. Sucede que si los aplastas les sale un líquido viscoso verdoso que guácala.

Me voy a trabajar. En la noche regreso por mi carro y ¡sorpresa! el gusano sigue ahí, a diez centímetros de su posición de esa mañana. Entonces empiezas a reflexionar, a meditar: "¿WTF? ¿quiere decir que en todo el día el che gusano no comió (aunque tal vez sí defecó), no se echó su palestino, no socializó con otros gusanos? mucho menos alguien lo adoptó".

Me voy. Hoy en la mañana regreso y otra vez ¡sorpresa! ahí tá el che gusano. A 20 cms. de su posición donde lo dejé ayer. ¡Carajo! que pinche vida la de un gusano.

Tal vez merezca que alguien lo libre de su vida miserable sacándole el guacamole de su panza.