Sabes que la has cagao, cuando ....

Te tocas discretamente el pantalón por la parte posterior y sientes húmeda la tela. Bueno, en este caso, no es que la hayas cagao, sino que literalmente te has cagado.

Estás gastando más de lo que ganas, y la deuda de la tarjeta no hace más que aumentar.

Piensas que si en este momento te quedaras sin empleo, no tendrías ahorros para sobrellevar la situación.

Se te rompe el condón en plena faena.

Te llega un ligero tufo a pescado descompuesto (¿metilamina, amoníaco?) y no estás precisamente ni en una fábrica ni en un laboratorio.

En lugar de ascender no haces más que descender.

El que pensabas que no era más que un pobre pendejo, ahora es tu jefe.

Te echas tres seguidos y tu corazón bate con estruendo.

(Sí, ya sé, el café en exceso no es bueno).

Son casi las 10 y estás entretenido escribiendo la entrada de tu blog.

Sabes que aunque trabajaras 30 horas diarias, no terminarás a tiempo ese trabajo.

El blog y el sexo son tu catarsis para olvidar por unos momentos que la has cagao.

Despiertas en el inframundo y descubres con horror que no has reencarnado (en Casanova, Marqués de Sade, George Clooney, Juan Gabriel, etc.) ni mucho menos estás en el paraíso.