Delirius Tremens

Ayer me dolía todo. La espalda, los riñones, la cintura, las piernas, la cabeza. Es más me sentía yo afiebrado. Por suerte encontré en mi botiquín de primeros auxilios una neomelubrina y una clorfenamina compuesta. Digo por suerte, porque a pesar de habérmelas tomado me la pasé delirando en la noche. Si no las hubiera tomado, quién sabe cómo estaría ahorita.

Mi chicotito me envió a dormir con el perro, por aquello de que fuera yo un foco de contagio. Doble cobertor y aún así sentía yo frío. Soñé que estaba en una isla desierta (sic) con 20 negros y seis modelos, una rubia, una morena, una negra, and so on. Los negros eran eunucos, jaja. Dije que estaba yo afiebrado, no apendejado.

Tan mal me sentía que si hubiera llegado una blogger con medidas 105-60-110, a decirme que quería cuatro horas de sexo desenfrenado y tórrido con el pexipato. Le hubiera contestado: "no puedo, estoy malito. Bueno, si acaso dos horas nada más, jeje".

Luego soñé que me decían: "pexipato, que cachondo y goloso eres. Mmmmm". Y yo contestaba "oh, estáte, Arturo". Uppppssss, jajaja. Era ya la etapa del sueño afiebrado y apendejado. Por suerte sonó el despertador, sino quién sabe qué hubiera pasado.

Amanecí con las anginas inflamadas. Tuve que tomar un antiinflamatorio, un antibiótico, y dos tylenol. Y aún así me siento jodidón. Bueno, haré como que trabajo. Cerraré los ojos y diré que estoy meditando. Sí, en el Seguro Popular. Uno de los grandes logros (sic) de presichente.