Él

Leo un post en un blog de una amiga de Jess. Otra CoCo comme moi, la amiga, no mon ange. Adquirió un teléfono celular de los caros. Y no dejo de pensar, en cuando me regalaron uno similar. En su momento a mí se me hizo carísimo. Ahora de repente veo en tiendas que anuncian celulares de 9 mil o doce mil pesos. Se me hace una locura insensata.

El que tengo por ejemplo, me gustó porque tiene una cámara de 3 megapixels (ya rebasada por nuevos modelos). Cuando lo empecé a usar, algo que me quedó inmediatamente claro fue que un celular no es una cámara semiprofesional. Por más megapixels, flash integrado y zoom que tenga, nunca podrá igualar una Lumix, o una Canon, ya no digamos una Nikon.

Me gustó también porque se le pueden meter tarjetas expansoras de memoria. Le puse una de 512 Mb y hasta ahí (también ya rebasada por las de 1 o 2 Gb), le grabé muchas canciones (que jamás escucho), tomé muchas fotos (que jamás descargo a la compu, menos veo), tiene hasta juegos (que nunca juego).

Cuenta con opción radio, el cual escuché algunas semanas como novedad, luego me hartó traer los audífonos colgando de las orejas como antena.

Se le pueden grabar también muchos contactos, solo que cuando actualizan sus números telefónicos, se me olvida borrar los antiguos y a la hora de la hora no sé cuál número es el correcto.

En suma, un gasto superfluo. Últimamente he dicho que cuando me harte completamente de Él, lo tiraré, lo regalaré o simplemente se descompondrá.

En seguida, me compraré un Nokia N95 o el que esté de moda, jajaja.