De Guatemala a Guatepior

Recuerdo cuando podías pasear a altas horas de la noche por calles céntricas de cualquier ciudad del interior de la República, sin que corrieras algún peligro.

Años después, siempre había un riesgo latente de que te asaltaran o te madrearan por llevar a cabo tales prácticas.

Estos últimos años, los cuales coinciden con el arribo al poder de los panistas, el riesgo sigue siendo el que te asalten, aunado a que te de una gastroenteritis fulminante o te autodispares al pasar algún retén.

Recuerdo cuando los milicos infundían respeto. Años después ese respeto se vio manchado por los acontecimientos del '68. Actualmente más que respeto, te dan desconfianza y en ocasiones, miedo de encontrártelos.

En estos tiempos que corren, es común encontrar comentarios en los foros de internet, diciendo que si andas a altas horas de la noche (o durante el día) por las calles y te sucede algo malo, es tu culpa en el mejor de los casos, o en el peor ¿quién sabe que andarías haciendo a esas horas?

En lugar de exigir resultados a las autoridades, nos autoflagelamos pensando o diciendo o acusando a otros, que tenemos la culpa de nuestras desgracias.

A veces pienso que 22,000 difuntos de gastroenteritis o de catarritos mal atendidos o de querer ir al baño, levantarse, rodar, enredarse con las sábanas y morir asfixiado, no son tantos respecto a 108 millones de mexicanos. Y sí, no son tantos, lo que incomoda es que antes los violados morían de lesiones internas, los moquientos de algún virus letal, los asfixiados alguien los asfixiaba, y los heridos o muertos por bala, era a causa de balas.

Ahora todo sucede de manera repentina, incomprensible, azarosa, misteriosa, dudosa, etérea.

De ahí a que uno se saque la rifa del tigre, en cualquier momento, en cualquier lugar, no hay más que un pequeño paso.

Eso ............ incomoda.

Quod dixi dixi