Ando volando bajo

Me dicen los enterados que al ir a Puerto Vallarta no se atraviesa ningún huso horario, y que los trastornos del sueño y la falta de concentración se deben más a las desveladas, el chupe, la asistencia a lugares culturales tipo table dance, y al hecho de estar ya betabel.

En todo caso encontré la receta ideal. En el trabajo dije que me iba de vacaciones y en casa que me iba a un viaje de trabajo. Para la próxima se me antojaría ir a conseguir unos puros Cohiba ahí donde los fabrican.

Los vuelos ya no son lo que acostumbraban ser. El otro día en el Discovery o History Channel pasaron la historia de los dirigibles, y eso, era otra cosa. Costaba uno y la mitad del otro viajar en ellos, hasta que se incendió el Hindenburg y los suspendieron los vuelos.

Más de mi época, en los vuelos te pasaban películas (supongo que si viaja uno a Hawaii lo hacen todavía), escuchabas música, te tirabas a las azafatas (bueno, esto si es uno actor o cantante guapo y con billete), chupabas, comías comida caliente, y al final te servían café. No les puedo decir que hacen en primera clase, puesto que siempre he viajado tipo jodidón, clase económica. Ahora te dan tu lunch box, el cual contiene un cuerno o sandwich frío, tu bolsa de sabritas, un chocolate almon-ris, y una bebida, la cual puede ser cerveza, refresco, jugo, o agua (gratis) o de tipo alcohólica (pagando el costo). Del café, ya nos pintaron un cuerno. Es el precio de vivir y viajar en un país del tercer mundo. Las azafatas o sobrecargos que antes estaban buenísimas y babeabas con ellas, ahora son del tipo más bien de Lety o de la suegra que quisieras tener, aunque no para planchar precisamente.

Los aviones son del tipo guajolotero, nunca sabes si se les va a apagar un motor a 10000 pies de altura o si se les va a desprender el tren de aterrizaje al hacer lo mismo.

Finalmente, con tanto gasto he pasado al grupo de los morosos, al de la cartera vencida. Debo, no niego, pago, no tengo. Lo bueno es que el gobierno así como ha rescatado a los banqueros y a los empresarios carretoneros, con el fobaproa y demás; así vendrá a rescatarnos a los usuarios de tarjetas de crédito que adeudamos.

Ajá.