

omo se esperaba –y temía–, el Senado aprobó ayer que los gasolinazos mensuales se extiendan hasta el año 2014. Deberían haberse suspendido el próximo diciembre, pero una propuesta del presidente Calderón, que fue avalada por las cámaras de Diputados y Senadores, hará posible que los consumidores sufran 36 gasolinazos más en los años por venir. Llama la atención que ninguno de los aspirantes presidenciales haya levantado la voz en su defensa; con su silencio implícitamente apoyaron a Los Pinos y al Congreso. Ya saben ustedes: la recaudación sumará alrededor de 100 mil millones de pesos y se repartirá entre los gobiernos de los estados, es decir, los gobernadores. Los casos de Coahuila, Veracruz, Tamaulipas, Sonora, y otros más, nos dan una idea de cómo se manejan los fondos públicos en los gobiernos locales.
l fin una excelente noticia en vez de tantas negativas que circulan de México por el mundo: las propuestas de dos servidores públicos para evitar tragedias humanas y materiales por las lluvias. Son del ingeniero José Luis Luege, director de la Comisión Nacional del Agua (quien desea gobernar la capital del país), y doña Ana Lucía Hill Mayoral, titular de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación. Con motivo de los aguaceros y el desbordamiento de los ríos Cuautitlán y San Javier, que causaron serias inundaciones en los municipios de Cuautitlán, Teoloyucan, Cuautitlán Izcalli, Melchor Ocampo y Coyotepec, dichos funcionarios llamaron a la población afectada a refugiarse en los albergues instalados en iglesias y casas de cultura, acudir con familiares, resguardar enseres y objetos de valor en el segundo nivel de sus viviendas, cortar la energía eléctrica y trasladar sus vehículos lejos de la zona de riesgo. No cruzar puentes peatonales o vehiculares ubicados sobre los cuerpos de agua y alejarse de postes que pudieran caer.
En resumen, evacuar cuidadosamente la colonia donde viven y, quienes no tengan casa de dos pisos, llevarse sus objetos de valor.
La estrategia antitragedia de estos funcionarios seguramente será prioritaria al establecer medidas para evitar los daños que dejan las inundaciones entre la población, la infraestructura pública y las actividades económicas. En primer término, lo ideal es poseer casas de dos pisos. Si el agua invade la planta baja, en la alta se ponen a buen resguardo muebles, aparatos eléctricos, documentos importantes, estufa y demás menaje de cocina. Luego la familia afectada puede abandonar feliz la zona donde vive porque sabe que su patrimonio estará bien cuidado por la fuerza pública, como bien saben los que se han visto obligados a dejar sus hogares por algún fenómeno natural en el campo o las ciudades. Así que, manos a la obra: que todas las viviendas sean ahora de dos pisos. O de tres y más donde el agua alcanza niveles extremos, como Veracruz, Tabasco y Chiapas.
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