Mercredi des Cendres

¿En qué momento me volví tragón? Ya no me acuerdo. Ahora basta con que no desayune, y ni digamos ya que no cene, y ando alucinando el día o la noche.

Hubo una época, cuando era yo joven y bello, que no desayunaba nunca. Solo comía y cenaba. Y miren que el desayuno ahora que lo recuerdo era de magnates, o época de las vacas gordas. Recuerdo que había: jugos de naranja, uva, zanahoria, tomate. Fruta picada. Leche, café, té o chocolate. Corn Flakes, hotcakes, torrejas o waffles. Carne asada o huevos al gusto. Gelatina o arroz con leche. Pan de dulce, tortillas y bolillos.

Y yo, que amaba dormir más que nada, no me levantaba y perdía el desayuno, jeje.

Años después me tocó un desayuno más conservador: baguette en trozos, mermelada de fresa, mantequilla, café, té o chocolate. En esa otra época unas veces desayunaba y otras no.

Pero ahora es de ley, entre semana, mi sandwich de jamón y queso, mi pieza de pan de dulce y mis dos o tres tazas de café. El fin de semana pueden ser huevos o hot cakes. Y cuando ando de vacas, ahí sí pierdo la compostura y no como, trago.

Pero hoy, no desayuné, por eso ando alucinando. No debiera quejarme. Es opcional.

Ashes to ashes, dust to dust. Miércoles de Ceniza.