Oh, sufro, como sufro, sin amor, en la soledad, en esta desértica existencia.
Ella, oh, la advierto cercana, ella.
Sin ella a mi lado, solo, intranquilo, hambriento, fugaz y sediento de ella.
Si ella me lo pidiera, dejaría de escribir, sería tal vez la más grande prueba de amor que alguien me pidiera. Oh, mi alma ansía verla, oh, mi cuerpo sufre sin sus besos, sin su cuerpo, sin sus caricias ............
Jajaja, no ma me mi mo mu, porfas. Cada vez que leo esos blogs en donde tal parece se deleitan con una serie de escritos 'pathetisch' y azotados, no puedo dejar de pensar en los romanos y en que me gustaría meterme el dedo ................ en la boca y guacarear a gusto.
Ahora que, cada quien con sus sadomasoquismos propios. Es como yo, tal vez alguien (o muchos) piense(n) y asegure(n) que qué patético soy (¿sueno?). Siempre pensando en aquellos *ásterix* que me gustaría degustar, acariciar, lamer, besar, estrujar, apretar, masajear, morder, lengüetear, tocar, chupetear ....
Justo ayer la Lolita (denominada así por Mafis. Ni tan Lolita, ya supe que tiene fácil como 22) se sentó a mi lado. El hecho de sentir el tener a mi lado tremendo
cabús de 88 milímetros, me puso nervioso, me inquietó.
Abro paréntesis [chequen el lenguaje de nuestros hermanos latinoamericanos para designar lo mismo: queque, cortachurro (jaja), botaguiso (jeje), chiquiflai, siete (?), cara pálida].
Pero ahora pude aspirar su aroma (de su cuerpo, tampoco no soy tan cochino ¿ehhhh?), olía a Jardines de California, recién bañadita. Pude admirar sus ojos, su sonrisa, su cabello, su risa. Oh, divina juventud. Agua de las verdes matas, tú me tumbas, tú me matas, tú me haces andar a gatas.
Ah, nooo, eso es otra cosa. Bueno, uno que se inspira a la vista de tremendos
amperes sin segundos.
Pero, la neta si pudiera,
yo que me la llevaba al río, creyendo que era mozuela
[...] Sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de frío. Aquella noche corrí el mejor de los caminos, montado en potra de nácar sin bridas y sin estribos. [...] Ay, jijos, con estas rimas, hasta Tribilín se despertó y eso que estaba dormido.