Después del niño ahogado

Hoy no hablaré del Jelipollas. Por otro lado no es que me guste el chisme, pero ... Un compadre fue el fin de semana a Acayucan, Veracruz, a comprar dizque mangos confitados que estaban en oferta. Ya saben, mangos espolvoreados de un polvito blanco, muy sabrosos dicen los enterados.

Para esto, tuvo que bajar hacia abajo por las cumbres de maltrata. Y luego subir de regreso. Me cuenta que en las rampas de emergencia, ya pusieron fantasmas. Y no precisamente de los chocarreros (Qué significa eso? Quién sabe.) Pusieron fantasmas del tipo de unos postes blancos de concreto que llegan como a la rodilla dentro de las rampas de emergencia. Antes no había. No sé si entren dentro de las especificaciones de seguridad de las rampas de emergencia, pero ahí están ahora.

Si tienen la mala suerte de quedarse sin frenos en una bajada, toman la rampa, siguiendo la línea roja y pasan por en medio de la fila de fantasmas. En principio, deben detenerse con la grava.

A quién debe atribuirse tal acción? Lo ignoro. No sé si a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, o a los dueños de las autopistas.

Para los que critican todo lo que hacen los mexicanos, sépanse que a lo mejor hacemos algunas cosas mal, pero después las corregimos. Sobre todo antes de que regresen las cámaras de Televisa a balconearnos.