Esta di-puta-da se viste como di-puta-da, se maquilla como di-puta-da, parece di-puta-da, y seguramente cobra como di-puta-da, pero para nada es aquello que se imaginan.
Lo malo es que no va a faltar algún di-put@-do a quien acusen de acoso sexual, por lo menos con la mirada, pues no creo que sean de palo. Y más si todavía andan por allí, el kawhagi, el niño verde, el gober precioso, y tanta finísima personalidad del pri.
Pero, la verdad ¿qué necesidad de vestirse así?
Es como si yo fuera a mi trabajo vestido de superman
presumiendo al tribilín, al paketín gamesa, no ¿verdad?
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