A mí las conchas me han vuelto loco desde que tengo uso de razón. De niño, era indispensable que cada domingo me comiera o más bien cenara una o dos conchas. Eso le quitaba lo amargo al hecho de saber que al otro día era día de ir a la escuela. De grande sigo con los mismos hábitos, simplemente, me enloquecen, me fascinan, me deleitan las conchas.
Claro que hay de conchas a conchas.
Hay estas conchas:
Y estas otras conchas:
Y también está mi tía Concha, pero no les muestro una fotografía, porque no quiero asustarlos, dicen que se parece a la Miss Gordillo.
Bueno, sí se las muestro, allá ustedes si no pueden dormir hoy.
Es igualita, sólo que con bigote.
Como quien dice, hay conchas para todos los gustos.
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