Cosas que aprende uno el fin de semana

El fin de semana acompañamos a una amiga de la familia a una plática en una secundaria en donde pretende ingresar una de sus hijas. Y nos enteramos para nuestra sorpresa que la secundaria como uno la conoció no existe más, al menos no ahí. La enseñanza secundaria en esa escuela tiene, creo, tres modalidades. Una clásica y otras dos con enseñanza de idiomas. Nos explicaron que debido a la globalización ya no basta con saber inglés, ahora les enseñan (ignoro si bien o mal) francés, alemán o chino, como tercer idioma. Y que son frecuentes los intercambios culturales físicos y virtuales con chicos de otros países. Presumen que sus alumnos salen hablando mínimo inglés y si se puede una tercera lengua (no precisaron si es que olvidan el español los chamacos), además de tener otras actividades escolares y extraescolares. En este punto de la plática el pez ya se quería inscribir a dicha secundaria, solo que fue rechazado con el argumento de que un viejo rabo verde, tomando clases, sería pésimo ejemplo para los pubertos en vía de globalización. A eso le llamamos discriminación en mi pueblo.

Saliendo de ahí nos fuimos a comer, ya que después había que emprender el largo trayecto hacia la república hermana de Naucalpan o Tlalnepantla, no recuerdo bien. Y es que debido a que es (prácticamente) imposible la adquisición de una vivienda en el defectuoso, a nuestra amiga le recomendaron viera en esos lugares. Y qué creen? Surprise¡¡¡ un departamento de 85 metros cuadrados en el estado, cuesta la módica suma de 950 mil pesillos. Uno de 110 m2 anda en la friolera de un melón cien. Bueno, quizá era la zona. No muy popoff por cierto. O nos confundieron con paisanos que se dedican a actividades poco lícitas. O bien ya es cuasi imposible adquirir departamento en el D.F. o en la zona conurbada.

Finalmente, no sé para que la amiga de mi mujer busca un depto. de 85 m2. Una familia de dos adultos y tres niños bien puede vivir en una vivienda de 40 metros cuadrados. Si no, pregúntenle a los japoneses. O mejor aún, a nuestro presidente, él les dirá que no hay porqué exagerar y que 20 m2 son más que suficientes.