Hay días en que no pasa nada de nada

Mi detractor dice que me fusilo las noticias de otros blogs o de la red o del msg. Pero qué quiere? Yo no tengo una vida de socialité en la cual me la pase en reuniones blogeriles, cantando, chupando, bailando. Y de las cuales al otro día cuente yo la reseña de las mismas. Aparte mis 80 años ya no me dan para ello. Por otra parte, contarles que fuí al super, al futbol (guácala), o que estuve departiendo amigablemente con el plomero la tarde del sábado, quien vino a cambiar unos focos que se habían fundido, pues todo eso no tiene nada de chic. Así que perdonarán que no les comparta ese tipo de experiencias tan extraordinarias, jaja.

Hoy me subí a un autobús, por suerte en una de las bases o terminales. Así que agarré un asiento, y a partir de ahí el pez se la pasó haciéndose pato, para no darle el asiento a, sucesivamente: una colega de 80 y tanto años con todo y bastón, una embarazada, un niño molón, y dos nenorras con unos cuerpos de campeonato. Estas últimas se te quedan viendo con cara de "papi, se todo un caballero y cédeme tu asiento", con miradas sensuales y lánguidas. Ah, pero eso sí, si la cachondez te invade y en un arrebato de locura cedes tu asiento, después te dirigen miradas de fuchi como diciendo "viejo libidinoso, crees que por un mugroso asiento te daré mis coordenadas?". Jeje, por eso y más, todo el trayecto me hice el menso, al cabo que me sale tan bien. Lo malo fue que se me borró la raya, una hora de ida y otra de venida (en el sentido correcto; en el mal sentido, brincos diera).

Lo que hay que hacer para obtener un tortilonch (un bolillo duro con más de lo mesmo) y una camiseta de color azul pastel con el logo de Valor por México, o algo así, la cual servirá para sacudir el polvo, porque para otra cosa no creo que sirva de mucho.