Introspección y Metafísica (Tercera Parte y Fin)

Considerando que el post del lunes lo escribí el viernes y lo "subí" en sábado, pensé que el fin de semana se me olvidaría este asunto de la introspección y el martes hablaría yo de otra cosa. Pero, la vida siempre se encarga de recordarnos lo frágil de nuestra existencia.

Hace años, regresaba yo del trabajo en la noche en un microbús. No recuerdo porqué, pero ese día había ido de traje y cargando además un portafolios rígido dentro del cual cargaba únicamente papeles. Era uno de esos recorridos exasperantes, donde el microbús recorre parte de su ruta lentamente primero y después arriesgando el físico de los pasajeros. En el último tercio del trayecto, viajábamos alrededor de 10 personas. Iba yo en la parte central sentado solo en una de las bancas, y pegado a la ventana. Unos 4 o 5 kilómetros antes de llegar a la base, se subieron tres tipos. Inmediatamente sacaron armas blancas y empezaron a gritar y a proferir groserías para intimidarnos a los pasajeros. Uno se fue al fondo del microbús, otro se quedó junto al chofer y el tercero empezó a "ordeñar" a los que íbamos ahí. Ví claramente como les iba quitando relojes, monederos, bisutería y carteras a todos. Pasó junto a mí sin verme. Cosa insólita: estando yo trajeado y con portafolios. Al llegar al fondo del micro, le gritaron al chofer que se detuviera y bajaron a la carrera. Nunca he entendido como fue que no me vieron o si lo hicieron porqué pasó de largo el asaltante. Muchas preguntas, pocas respuestas. Tal vez no me tocaba.

Al llegar a la base, nos bajamos los pasajeros todos asustados y nos perdimos en la noche. En México, sabemos que denunciar no lleva a nada, pura pérdida de tiempo y corajes.

El sábado en la noche, veíamos un partido Guadalajara-San Luis o América- Necaxa, no recuerdo. Salgo a la miscelánea (tienda de abarrotes) a comprar leche. Metros antes de llegar, veo dos siluetas de hombres. Digo dos siluetas, porque no puse atención en los detalles, aunque sí me puso nervioso que no había nadie más en los alrededores. El encargado veía en su tele el mismo partido. Compro, y regreso a la casa. El domingo me entero que asesinaron al encargado o dueño de la tienda, tratando de robarlo, unos minutos después de haber estado yo ahí. Acaso fui la última persona en ver al encargado antes del desenlace fatal? Me vieron entrando a la tienda, el o los chacales? Fui perdonado? Suerte o destino? Muchas preguntas, pocas respuestas. Alguien a quien se lo platiqué, no supe si en serio o en broma, me dijo: "pudiste haber salvado una vida". O pude haber perdido la mía, de llegar minutos después. O tal vez no me tocaba.

Las calles cercanas a la tienda quedaron desiertas el domingo, poco movimiento. Se sentía pesadumbre en el ambiente. Tristeza, coraje. Nadie está a salvo. Esta vez me conmocioné. El encargado era una persona amable. La tienda no estaba en un barrio de lujo, ni parecía que tuvieran las grandes ventas. Deja una viuda y varios hijos. Cuánto pudieron haber robado? Tres o cuatro mil pesos, a lo sumo. Eso vale una vida en las ciudades de México? O mejor aún, la vida no vale nada?