Libros de cabecera

Por una serie de coincidencias desafortunadas el día miércoles se pensó que escribiría sobre el día internacional de la mujer. Nada más lejos de la realidad. Soy enemigo de festejar el día del policía, el del abogánster, el del compadre, el del sancho (creo que es igual al anterior), el de la familia, el de los abuelitos, y así ad infinitum.

Más bien, el tema eran los libros de cabecera. ¿Cuáles considero indispensables para la supervivencia diaria? Que no quiere decir que los lea por completo, solo son de consulta. Ahí estarían, por ejemplo: el de "Padre Rico, Padre Pobre". Solo llegué a la mitad. Me dí cuenta de que a estas alturas del partido, la única manera de convertirme en milloneta es inyectarme cuatro o cinco cajas de penicilina. La "Guía Rojí" de la ciudad de México es indispensable para no caer accidentalmente en los table-dance de Génova y Zona Rosa, en las casas de masaje de Hamburgo, Toledo, Roa Bárcenas (no son ciudades, son calles), o en el Hooters de Insurgentes Sur. No es que haya ido, simplemente me han platicado y advertido de no pararme por ahí. Hay uno de "Napoleón", ahorita que está tan de moda. Uno de "Horses", solo que con eso de que mi fan dice que no entiendo el inglés, pues no sé que significa. Trae fotos de caballos, caballitos y caballotes. Este es de cabecera, solo por su posición geográfica, arriba de mi cabeza sobre un estante.

Pero el que definitivamente me falta es el de "Picardía Mexicana". En una de sus tantas ediciones, traía una historia sobre: Erase una Reina la cual se encontraba en reunión plenipotenciaria con sus ministros y embajadores de diferentes países (Inglaterra, Francia, Alemania, España, Italia, Rusia, Austria, y por supuesto México). La Reina sufría de incontinencia gaseosa, esto es se aventaba sin previo aviso unos pex bien ruidosos y olorosos. Total, estando en la reunión por más que se aguantaba llegó un momento en que se le salió uno. Inmediatamente uno de los embajadores se levantó y para evitarle un bochorno innecesario a la reina, se echó la culpa argumentando "Disculpe Usted Su Majestad, pero durante la guerra del Peloponeso sufrí tal maltrato sicológico que me afectó a tal grado que de repente se me salen los pex". La Reina, grácil y graciosa, disculpa tal atrevimiento y prosigue la reunión. Solo que después de un rato se le sale un segundo pex a la reina. Rápidamente se levanta un embajador de otro país y se disculpa "Perdone Usted Su Excelencia pero en la guerra de los Cárpatos sufrí tales heridas crónico-degenerativas que me es imposible contenerme con las flatulencias". La reina lo disculpa y continúa la reunión, siguen los pex, y los embajadores saliendo al quite. Ante esto, el embajador mexicano no se contiene más, al ver que se está quedando atrás, se levanta de su asiento y declara: "El próximo pedo que se tire Su Majestad corre a cargo exclusivamente de nuestro país".

Esto viene a colación, porque últimamente he estado viendo puras mujeres guapas en la calle. Y yo a dieta. Se que algunas bloggers dirán: "sí, muy guapas, pero de seguro son neuróticas, o les rugen las patrullas, o les sucede lo que a la reina". Pero la verdad, solo porque es cuaresma porque de lo otro ya lo dije en un post anterior: tengo sinusitis y estoy medio sordo.