De la Incredulencia

Pues ¿qué se le hace? No mucho, creo. Esto pasó de ser un aspecto científico-médico-social a uno de Fe. Se cree o no se cree.

Yo le agradezco a las Academias Vázquez lo poco o mucho que me inculcaron. Yo sí creo. De todos los microbios (levaduras, hongos, bacterias y virus) estos últimos me infunden pavor. Un miedo atávico. Los creo capaces de lo que han hecho y de cosas peores.

¿Qué querían los incrédulos? ¿20 mil, 200 mil, 20 millones de muertos? no os preocupeis. Hay más tiempo que vida. Yo ya no lo veré, ustedes ¿quién sabe? Y entonces sí, no solamente nos recluiremos (digo, se recluirán, jaja. Sigo pensando en la inmortalidad) en sus casas, sino además se cagarán y se mearán en los pantalones.

La semana pasada estuve en provincia, a unos 300 kms. de la capirucha. Otro México. Nadie o pocos creen. Eso no fue un impedimento para que al buscar tapabocas o alcohol en gel en las farmacias, simplemente no hubiera. ¿La gente? de cada 50 o tal vez 100, uno portaba tapabocas. Muchos saludándose de mano y de beso en la mejilla. Las iglesias atestadas, lo mismo que algunos restaurantes o parques. Los rumores acerca de las diversas teorías de la conspiración en boga. Me dí el placer de comer chorizo y lomo de cerdo. También me eché al plato una piel fina.

Creo que pronto todo volverá a la 'normalidad'. Y que en noviembre o diciembre, el bicho regresará con fuerza, y sino esta temporada, alguna otra, aquí o en otro país. Ya nos daremos el placer de prohibir a nuestros connacionales el que quieran viajar a Argentina, Cuba o Chile. Yo por eso (aunque el ebrio y cornudo de Sarkozy nos haiga hecho el feo), de viajar, si pudiera viajar, viajaría a Paris o a Roma. O me iría a 'prendre un rouge a l'Arezzo, dans la Rue de l'herberie'. 

¿Que por qué doy un nombre? Ah, es que me divierte cuando alguien dice que cuando quieran un croque-monsieur o une soupe d'andouilles deliciosa vayan y se la coman en tal restaurante de tal dirección. Como si pudieran asegurar que sigue existiendo el tal restaurant y que siguen siendo tan buenos platillos como cuando esa persona pasó por ahí y se comió uno.  

Tampoco vayan a creer que el pexipato ha viajado por ahí. Bueno, sí ha viajado, pero por internet, jaja.